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Opiniones

Abel Martínez, un solo camino

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Por Carlos McCoy

La fotografía subida a las redes donde aparecen muy sonrientes el doctor Leonel Fernández y el licenciado Abel Martínez se ha tornado viral y ha servido para que los expertos criollos en análisis de imágenes emitan sus siempre enjundiosas opiniones y esto no se ha hecho esperar.

Nosotros, antes de emitir la nuestra, aunque no tenemos experticias en esa rama, haremos un recuento de errores incurridos por algunos políticos nuestros, los cuales arruinaron sus carreras para siempre. Son solo dos o tres de los muchos que se han cometido en nuestro patio.

En los sufragios del año 1986, el presidente Salvador Jorge Blanco no le dio apoyo al candidato de su partido, Jacobo Majluta y prefirió a Joaquín Balaguer, este ganó las elecciones y 24 meses después, Balaguer acuso de corrupción al expresidente Jorge Blanco y le hicieron un juicio en contumacia, pues luego de pedir asilo y negárselo en la embajada de Venezuela, enfermó y fue trasladado a Atlanta, USA. Fue condenado a 30 años de prisión y una multa de 100 millones de pesos. Tras varias apelaciones, en el 2001 el presidente Hipólito Mejía retiró los cargos.

En el 1996, una abrumadora mayoría del pueblo dominicano daba como un hecho que José Francisco Peña Gómez sería electo presidente de la República, pero el moreno se pasó de contento y cometió el error de elegir su acompañante en la boleta al licenciado Fernando Álvarez Bogart.

Esta acción activó al, hasta el momento pasivo, Joaquín Balaguer, quien, en un hecho sin precedentes, apoyó un candidato extra partido, a Leonel Fernández Reyna y comenzó una bestial campaña racista y xenófoba contra Peña Gómez. Todos sabemos el resultado.

Hay otro acontecimiento menos espectacular pero igual de significativo, «el pacto de las corbatas azules». Muchos aun nos preguntamos que le pasó por la cabeza al ingeniero Miguel Vargas Maldonado para firmar un documento donde habilitaba a dos expresidentes, sus rivales, impedidos por el «Nunca jamás» de la Constitución a aspirar a la presidencia o vicepresidencia de la República. Esa firma lo sacó de competencia y le costó el descalabro de su Partido Revolucionario Dominicano.

Entremos ahora en la ya famosa fotografía. Entre las especulaciones por la mencionada foto, algunos hablan sobre un supuesto ofrecimiento de Leonel Fernández a Abel Martínez como su acompañante en la boleta de la Fuerza del Pueblo. Nada más absurdo. Si en este momento al alcalde de Santiago se le ocurriera solicitar la candidatura vicepresidencial del Partido de la Liberación Dominicana, no ha terminado de pronunciar la primera silaba, cuando tendría encima hasta a Gonzalo Castillo que ni siquiera está en la lista de aspirantes.

No hay una sola razón para que Abel Martínez, uno de los tres mejores valorados precandidatos a la presidencia por el PLD, acepte una candidatura vicepresidencial en una organización cuya participación en las pasadas elecciones no pudo alcanzar el 5% de los votos y violando toda ética, el congreso le asigna la condición de partido mayoritario. Algo no conseguido en las urnas.

La otra propuesta escuchada en Radio Bemba es la de Abel dando el paso hacia la FUPU con la promesa de una futura candidatura presidencial. A nosotros nos gustan mucho más las de vaqueros. Los fupuistas dicen, «mientras Leonel respire, que nadie aspire». Si a esto le agregamos quien está esperando en el banco, un ambicioso, políticamente hablando, leoncito. Que ha dicho, «nadie llega al padre si no es por mí». Se hace sumamente difícil, si no imposible, escalar en ese partido. No hay un solo proyecto en la FP que no lleve el apellido Fernández.

El licenciado Abel Martínez Durán tiene 50 años, un hombre joven aun, se encuentra en una envidiable posición pocas veces vista en los anales políticos dominicanos.

Si no obtiene en esta ocasión la nominación a la candidatura presidencial, le quedan muchísimas otras opciones, continuar como alcalde de Santiago de los Caballeros, donde no hay rivales de importancia, la Cancillería o simplemente esperar. Tiene todo el tiempo para hacerlo. Dentro de ocho años, por ejemplo, Abel tendría menos edad que las de los otros dos candidatos punteros en la actualidad.

Abel Martínez tiene un solo camino, suceda lo que suceda en esta coyuntura, seguir trillando el sendero morado con todas las rutilantes estrellas amarillas conseguidas en su brillante carrera y no mirar hacia atajos secundarios por más verdes que se lo pinten. No perdamos de vista que los cardos y los abrojos, también son de ese color.

CarlosMcCoyGuzman@gmail.com

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