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Opiniones

Algo que deben evitar las autoridades locales, ¡y rápido!

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Por: Rolando Fernández

Por algunas situaciones, no tan aisladas, podría decirse, que se vienen dando en el seno de la justicia dominicana, y que están siendo publicadas en la prensa local, o denunciadas directamente a través de otros medios de comunicación por muchos afectados, debido a lo cual trascienden abiertamente hasta la opinión pública, obviamente, se advierte que, la administración general de aquella función estatal imperante aquí, como su aplicación efectiva, dejan mucho que desear.

En ese tenor, nos referimos básicamente, a cómo se vienen verificando y aplicando esas labores públicas, atinentes a dicha Instancia, en términos de los manejos internos inadecuados que se perciben, y que resultan de ordinaria obediencia se entiende, a nivel de todas sus dependencias, muchos de los cuales son del conocimiento público, como objeto de fuertes cuestionamientos ciudadanos.

Por lo que se deja saber con regularidad, no constituyen secreto alguno los indeseados procedimientos relativos que se dan en ocasiones distintas, y circunstancias regentes del momento, asociadas con determinadas personas, como los poderes que ostenten.

También, en lo concerniente de forma directa a gente enjuiciable, con principalía, a esa perteneciente a llamada alta sociedad del país, por los delictuosos actos en que incurren, cuáles sean, que no reciben cuánto de aquella es esperado por la ciudadanía: el castigo debido, y demás.

Casi por igual se produce a niveles más bajos dentro del conglomerado social de la nación, en que las absoluciones debidas, o la imposición de las penalidades que procedan, de ordinario son escasas.

Están diciendo esas cosas hechas públicas, que nunca se obtendrá efectividad, e imparcialidad real en Dominicana, respecto de la misma – justicia -; como, tampoco con relación a los tratos equitativos, o justos, que a veces procede dispensarse a determinados procesados.

Y es que, por lo que se puede advertir a simple vista, u oídos atentos, dichas funciones públicas están muy salpicadas de deleznables circunstancias, según es sabido, que envuelven: tráficos de influencias marcados, politiquerías a granel, corrupción a la clara, y selectividad, con relación a las personas sujetas a ser juzgadas, entre otros males bastante notorios.

Asociado con lo ya expuesto hasta aquí, se hace agregable que, para más dañar los asuntos relativos, se tiene por lo general la designación de jueces y fiscales dentro de esa área, identificados con determinados sectores nacionales, políticos partidaristas; como, el empresarial regente que patrocina campañas electorales, y cuyos representantes, según siempre trasciende, intervienen en la selección del grueso de los funcionarios judiciales en el país.

Que aquellos, son de su exclusiva preferencia, obviamente, vale decir; y, por supuesto, los que más se consideran merecedores de ser aupados desde ambos litorales hacia esas posiciones. en que se habrá de tomar decisiones muy importantes dentro de la “Judicatura” local, a los fines de que, desde las mismas les puedan servir como resguardo solapador en su momento.

Obvio, siempre en busca de protección e impunidad proceden aquellos, frente a las actividades con que de común infringen las leyes nacionales vigentes, lo cual muy claro se tiene.

Pero, además, se empeora el asunto – panorama dizque justiciero local -, con determinaciones amañadas, o parcializaciones, regularmente, como producto de la intervención de abogados busca cuartos nada más, que se encargan de dilatar, los procesos judiciales, o supeditar sentencias a ser evacuadas, introduciendo argucias disfrazadas de legalidad- raros los casos en que no es así – , y que se convierten esos profesionales del Derecho, en cómplices de los delincuentes, mayormente, desde el momento mismo en que son contratados para su defensa.

Claro que, esos juristas que así proceden. se olvidan del verdadero rol que deben asumir frente a la sociedad, como colaboradores de la justicia, que siempre se les supone, tal es lo que debe ser.

Ante un escenario judicial entre nosotros, como el descrito más arriba, tan empedrado y fangoso a la vez, no cabe duda, de que advertible se hace, el que se esté provocando a la sociedad local, para que cada cual en esta nación tenga que “tomarse la justicia por mano propia”, como se dice, o conformarse con ser mero observador de lo que ocurra, sin importar circunstancias, o motivos prevalecientes.

Y, el que no se esté dependiendo, sin esperanza, de esta pléyade de fiscales, jueces, abogados, y políticos especiales, que acusan, juzgan, y defienden, según las conveniencias de grupos, la mayoría de esos, cuando no de encartados específicos, debido a que, en la conducción de los procesos judiciales internos aquí, normalmente median voluntades personalizadas; los favoritismos innegables; como, los “acotejos” de estilo.

Luego, esas actitudes sociales en Dominicana, de autodefensa, o vengativas en algunos casos, que no están muy lejos de darse entre nosotros, deben tratar de evitarlas las autoridades locales, ¡y rápido!, por las consecuencias posibles a derivarse, que pueden alcanzar, hasta algunos de los mismos actores de común envueltos en los procesos judiciales, cuestionados siempre, con principalía, fiscales, jueces y abogados.

Entonces, ¡Ojo al Cristo! “Hasta la belleza cansa”, como siempre se ha dicho, lo cual es muy cierto.

Innegable es que, a nivel de la justicia aquí, se está “enseñando demasiado el refajo”, como se diría popularmente, y las respuestas ciudadanas, “retaliatorias” previsibles en general, podrían estar al doblar de la esquina. ¡Evítense, las ocurrencias de ese tipo!

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