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Opiniones

¡Boca, calla; sécate pluma!

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/ El

Por Rolando Fernández

Sería una decisión inteligente. pedirlo así, para no proseguir en lo adelante, intentando ayudar a esta sociedad, a través de hablar, o escribir, sin lograr provecho alguno, aun se tenga el deseo de hacerlo.

Eso de inclinarse por callar y no escribir, por parte de algunos de aquellos que aspiran a vivir en un mejor país, junto a sus compatriotas, obedece a la impotencia sentida, como al presentimiento de que nada podrá resolverse aquí por el momento, de esa forma solamente, sino que se precisa de otras acciones más severas dadas las circunstancias envueltas en cada caso que se conoce, con respecto a la solución de muchos de los problemas apremiantes nacionales.

Sí, se refieren a los relativos a determinadas temáticas de carácter económico, político y social, que por lo regular se abordan; y, que se relacionan con cuestiones muy importantes, en esos órdenes, las cuales vienen afectando a la nación dominicana desde hace años ya. Oscuro es el camino que señalan las problemáticas atinentes. ¡Innegable eso, para cualquier pensante, verdad!

Evidentemente, la determinación de que se trata, es consecuencia de la avalancha de las “gruesas” informaciones, desastrosas, que a diario salen a la opinión pública nacional, y las cuales, por su trascendencia, hacen blanco en el desánimo de todo ciudadano preocupado, que aspire a colaborar usando tales medios: hablar o escribí, se reitera.

También, a la existencia de una “prensa amarilla”, en su mayoría, no combativa por supuesto, en capacidad de ayudar, obviamente; pero, que está vendida en gran parte a los intereses de los sectores agresores, y gravitantes, – lo cual limita, como es lógico suponer, -, que entre nosotros se han venido destacando desde hace años.

Además, a una televisión en el país, que bien se puede calificar como “podrida”, por el grueso de sus dañinos programas. Obvio, no usado ese tan amplio medio de difusión, para concienciar a este pueblo, como bien podría ser aprovechado; algo que, evidentemente, se reporta contrario a lo que se debe hacer con su gente.

Sí, repleta en adición la misma, de “disparatosos”; “bocinas” pagadas; e, ineptos de la comunicación, que en ocasiones rayan con lo vergonzoso. Que a veces, ni siquiera no saben expresarse bien; y que, como productores de espacios patrocinados, requieren de los llamados “interactivos” – personas con muy pocas condiciones por lo regular – para que les rellenen los programas con sus comentarios. Claro, no creíble se reporta, que esos lo hagan gratis.

Difusor el medio por demás, de “culebrones novelescos”, con los que nada bueno se enseña. Y, hasta convertido ocasionalmente, en prostíbulo público, para exhibicionismos corporales femeninos indecorosos; cuando no, en promotor de antivalores, y degeneración sexual.

Sí recalcable se reporta la inclinación señalada, cuando se pondera fríamente, y se analiza con imparcialidad ese escenario deprimente, que se ha venido verificando en Dominicana durante las últimas décadas, al cual no se le ve posibilidades de enmiendas.

Luego, ¿hablar y escribir entonces aquí, para qué? No vale la pena hacerlo. Lamentablemente, en este país se verifican niveles alarmantes de mediocridad pueblerina, displicencias ciudadanas, y de ignorancia. De eso no cabe la menor duda, con el agravante de que, ya gente en esta nación, ni siquiera se preocupa por leer nada instructivo, o edificante.

Eso, amén de tener una juventud – que sería la más llamada a emprender las acciones pertinentes hacia los correctivos de lugar -, que solo está pensando en juquear, “dembotnear”, bachatear etc.; como, en agenciarse un título académico, aunque sea con el cerebro vacío, para poder venderse social y laboralmente

Dirigida, además, esta nación, por políticos ilusionistas, que creen que un país se gobierna en base a titulares periodísticos, posverdades expresadas, anuncios propagandísticos embaucadores, hasta mal diseñados algunos; y, con ofrecimientos aéreos a la población, entre otras argucias de uso ordinario.

Que son creadores de falsas expectativas, ante un pueblo creyente y conformista; que no reacciona en pos de reclamar sus derechos: comer; recibir educación; y, a la salud, entre otros diversos beneficios que le corresponden.

Que, al parecer, no le está importando el nudo económico a desatar en el mañana que le están dejando estos políticos de nuevo cuño. Tampoco, el qué habrá de hacerse para honrar los tantos compromisos con el exterior que se vienen contrayendo desde hace décadas; y, la forma de poder cumplir con los acreedores extranjeros, cuando se presente el momento de tener que hacerlo.

¡Ah!, también, el que no tenga que dejarse forzosamente de lado, lo imperioso que resultaría para todos los dominicanos, el tener que preservar la soberanía de la República, comprometida en parte con los empréstitos concertados.

Penosa, la decisión de no hablar, ni escribir por parte de algunos ciudadanos preocupados, que tratan de alertar y edificar por esos medios a este pueblo sobre los males inminentes que le pueden aguardar.

Obviamente, serán esas inacciones, hasta que el mismo se incline por secundar a esos desinteresados ciudadanos parlantes, o escritores; por sacar del ruedo nacional a sus verdugos políticos; y, empoderarse, en procura de lograr las enmiendas requeridas, ante todo hecho deleznable que se genere en los litorales del Estado local.

Luchar en contra de la flagrante corrupción pública, generalizada, y las desaprensiones en que de ordinario incurren los sectores oficiales del país, siempre en contra de las grandes mayorías nuestras.

Además, porque se proceda en consecuencia cada vez, ante todos los actos ilícitos locales. Y, agenciar con firmeza, el que sus reclamos sentidos prosperen; como, el que las penurias sofocantes, insoportables ya, sean satisfechas oportunamente por las autoridades competentes dentro del oficialismo.

 

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