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Opiniones

¿Por qué sorprenderse ahora?

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Por: Rolando Fernández

¡Extraño hoy! Las sorpresas solo se producen al llegar las cosas, cuando no ha sido posible el prevenir las ocurrencias futuras relativas, que no es el caso de lo que ahora se verifica con el estudiantado nacional a nivel superior, en términos de haber sido pausadas, o abandonadas las carreras profesionales que venían siendo cursadas, por un amplio segmento de ése,

Lamentablemente, “158,200 alumnos abandonaron sus estudios aniversarios por causa de la pandemia”, según una publicación de la prensa local. Claro, a esa situación, muchas cosas se le quiere achacar aquí, como salida justificante, a lo que se debió hacer, y no se hizo.

Se publica, además, con relación a esa información, que “40,000 dejaron en pausa su carrera en la universidad; y, que, en los centros privados, la deserción llega a casi el 20%”, entendiéndose que es de la matricula inscrita en los mismos. (Véase periódico “Diario Libre”, edición del 17 de diciembre del 2021).

La gran pregunta que obviamente se desprende en ese sentido es: ¿será en realidad por esa razón única de la crisis sanitaria pandémica, a la que muchas cosas se achacan aquí, procede reiterar, por lo que se ha venido produciendo hasta el momento tal deprimente situación estudiantil entre nosotros?

Otra, a plantearse sobre el particular sería: ¿acaso no ha sido por las tantas imprevisiones en que han venido incurriendo las autoridades locales desde el inicio de esa problemática, las que han provocado el hecho de que, tantos alumnos se hayan ahuyentado del escenario académico nuestro?

Son factores esos muy ponderables, que tendrían que ser objeto de un análisis imparcial por parte de personas autorizadas, en ambas ramas: salud y educación. para poder formarse un juicio realmente valedero y concluyente en tal sentido. ¡No es tan sencillo el asunto!

Ese desastre académico entre nosotros, si es que así puede llamarse, era más que advertible, ante las improvisaciones a que se recurrió, en ocasión de aparecer en esta nación el COVID-19, destacándose entre las mismas, el adoptar, con muy poca reflexión sobre los efectos posibles a derivarse, la virtualización de las clases, el modelo de educación a distancia en moda, sin estar innegablemente aquí, preparados para ello.

Cualquier pensante medio, y conocedor de “cómo se bate el cobre”, tal se dice, en Dominicana. podía ver desde lejos, que escenarios como ése se presentarían en corto plazo, y probablemente, hasta cosas peores; que solo los políticos avariciosos y los comerciantes del patio, se estaban vendando los ojos para no verlos a posteriori.

De más está decir que, nuestras cuestionables condiciones internas, muy propias, en cuanto a las deficiencias, como los descuidos oficiales que “adornan” al sistema educativo nacional; las incapacidades docentes verificables que se registran; al igual que, la inadecuación de muchos centros del ramo para esos fines, impedirían bastante tal “acometimiento”.

Pero, además, están presentes desde hace mucho entre los dominicanos, la falta de conectividad con respecto a la red de la Internet; la misma deficiencia de la energía eléctrica – apagones a granel -; y, la falta de dispositivos adecuados en manos de los estudiantes para una tarea de ese tipo.

Eran aspectos muy a la vista que constituirían grandes escollos, y que invitaban a repensar, ante de adoptar, casi obligado, ese modelo de enseñanza, muy a pesar del grave problema sanitario que acosaba al país, en los momentos de comenzar la pandemia, y que demandaban aislamiento social, y el uso de mascarillas, entre otros preventivos necesarios.

Debido a ello, se tenían que buscar   otras alternativas menos exigibles, posibles regularmente. Claro, siempre y cuando hubiera existido la voluntad política necesaria para eso, y se antepusieran los beneficios sociales derivables, ante los aprestos de índole comercial notables, en relación con el expendio de los agregados educativos de uso obligado, como eran aquellos, necesarios, para la virtualización docente procurada.

Además, el que no se tuviera la intención de aprovechar la oportunidad para reciprocar, tal ocurrió, con los empresarios dueños de los medios de comunicación de masa (televisión, y la radio) en el país, otorgándoles la transmisión de los contenidos educativos de lugar.

Luego, es evidente que, lo que se ha venido recogiendo en el orden educativo superior local, y el estudiantado matriculado en las universidades todas, de lo que solo se está hablando hasta ahora, sin referirse a los grados básicos inferiores, donde la deserción estudiantil también ha sido considerable, es el fruto de las malas decisiones sembradas con respecto a ambos sectores – salud y educación – a partir de la aparición del COVID-19 entre nosotros.

Entonces, no hay que asombrarse. ¡Eso se veía venir! Y, todavía falta por ver más. Lo peor que se puede “cosechar”, aún no ha llegado: peores profesionales tendremos, ¡y más inservibles bachilleres!

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