Por Emilia Santos Frias
La población dominicana vive orgullosa de su cultura, ¡y con razón!, pues esta, es tan rica como variada. Compuesta por el conjunto de conocimientos, ideas, tradiciones y costumbres que nos caracterizan. Integrada, también, por bienes materiales y espirituales que nos han sido transmitidos de generación en generación, incluyendo nuestra lengua, hábitos, valores, patrones, herramientas, modos de vida, entre otros.
Sin embargo, esos rasgos de autenticidad social, de identidad, en la generalidad, son desconocidos por nuestra juventud. ¡Craso error del sistema educativo y de la familia!, encargados, asimismo, de hacer esa transmisión de conocimientos a la población estudiantil, a sus vástagos,. Conscientes de que, la función de la cultura garantiza, además, la supervivencia y facilita la adaptación de las personas con su entorno.
La cultura de la República Dominicana exhibe una constante y exuberante fiesta a la identidad, al arte, al folklore y al patrimonio, en cada uno de sus habitantes. Cada dominicano y dominicana, transita diariamente vestido de cultura; presente igualmente en su etnia. Solo que algunas personas, haciendo hincapié en las más jóvenes, no lo saben, porque por omisión y falta de tenacidad del sistema educativo, de la familia y demás grupos sociales, desconocen las particularidades de nuestro folklore.
Descuidar el conocimiento, ejercicio o disfrute de los derechos culturales de una población, es involucionar culturalmente; desproteger el patrimonio cultural. Es cambiar nuestras creencias, prácticas y costumbres, en fin, nuestras ricas manifestaciones culturales. Acción que nos lleva a la pérdida de la identidad cultural. Algunos signos de esto pueden ser vistos claramente en la actualidad.
El Estado debe propiciar la formación de más personas trabajadoras del folklore, y gestoras culturales. Formar más educadores; crear casas y clubes culturales en cada municipio del país. Casas laborales para la producción de nuestra hermosa y variada artesanía, como la talladas en piedra; las pinturas, los tejidos, las fibras naturales, los textiles; hechas en barro, madera, cerámica y piel.
De igual forma, la joyería elaborada con el Ámbar de Puerto Plata y Bayaguana, así como, el Larimar, esta última, una gema, única de la República Dominicana. Nuestra Piedra Nacional, desde 2011, piedra preciosa que solo se encuentra en nuestro país, específicamente, en la provincia Barahona. Enseñoreada en su color azul y blanco, otro símbolo de identidad y patrimonio cultural.
Asimismo, educar acerca de nuestros bailes tradicionales, como La Mangulina y la música típica, como el Merengue, Perico Ripiado y La Bachata, además de los diferentes instrumentos que se conjugan para crearlos. Estos, deberían enseñarse de manera permanente en las escuelas y universidades, como una materia nodal en cada pensum, no de manera optativa. Es más, deberíamos tener escuelas de baile, incluso para enseñar a personas extranjeras.
Amiga, amigos, la cultura debe ser transmitida. ¡Recapacitemos o perderemos nuestra maravillosa autenticidad, por moda foránea!. Juntos como sociedad, podemos contribuir a fortalecer derechos culturales, a transmitir a las presentes y futuras generaciones, costumbres, tradiciones, hábitos y valores autóctonos. Solo hay que operativizar políticas públicas fuertes, vertiginosas, posibles y reales, que fomenten en la juventud, libertad de creación, artística, científica, de comunicación.
La creación de más escuelas de Bellas Artes, gratuitas, es posible. Más teatros, para que la juventud ejercite las variadas expresiones. Centros que desarrollen y promuevan educación artística con acceso universal e inclusión para toda la población interesada. Conservatorios, museos gratuitos, que preserven y promocionen los vestigios de nuestra cultura precolombina, legada por Los Taínos, una población aunque presente en nuestra etnia, hoy es desconocida para algunos.
República Dominicana, también es patrimonio cultural; expresiones culturales pasadas y vigentes. Es leyenda, como La Ciguapa; es música folclórica, como el Perico Ripiao, y los bailes de La Mangulina, Pri Pri, Chenche Matriculado y Carabine. Es alfarería indígena, es pintura, danza, teatro, canto, en fin, es arte; eres tú. Contribuyamos a fortalecer los derechos culturales y el patrimonio cultural de nuestra nación. Como bien dijo el historiador griego, Diógenes Laercio: «La cultura es un adorno en la prosperidad y un refugio en la adversidad».
Hasta pronto.
santosemili@gmail.com
La autora reside en Santo Domingo
Es educadora, periodista, abogada y locutora.