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Opiniones

El gran error. ¡Qué lástima!

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Por: Rolando Fernández

A pesar del tiempo ya transcurrido, desde que el afamado humorista dominicano, Milton Peláez, escribió y musicalizó para uno de sus cantos del género, el mensaje: “Por eso estamos como estamos; por eso nunca progresamos; y tal parece que pensamos con los huesitos de los pies…”, refiriéndose a muchos procederes impropios de algunos ciudadanos locales, siempre es comprobable el sentido que ese envuelve,

El mismo viene de nuevo a la memoria en el presente, cuando se escucha decir a determinados personajes nuestros que ostentan cargos públicos, “ese puesto yo me lo gané, haciendo proselitismos durante la campaña electoral, en favor del gobernante actual del país”, el que sea. Se entiende, que toda designación por esa circunstancia es merecida. ¡El que acompañen o no, los demás méritos requeridos, y que hagan merecedor, poco importa!

Obviamente, craso error por parte de los ciudadanos que así piensan; como, del mandatario que se acoja a la práctica de: designar gente en cargos estatales por razones de corte enteramente político.

Sí, al margen de las condiciones que exijan los requisitos de las posiciones de que se trate, como de las prendas de carácter ético-moral que adornen a las personas a ser favorecidas

Por igual, ignorándose, por supuesto, los fines que desde los puestos en el Estados se deben perseguir; entre ellos, ¡qué se coadyube, real y efectivamente, con el bienestar y desarrollo del país!

Claro, son cosas esas, que deben estar también dentro del propósito supremo de quien sea el presidente de la República, para lo cual necesitará siempre de las ayudas concursantes requeridas. Por tanto, el mismo debe estar rodeado de personas aptas; que sumen, no que resten.

Preciso es decir que, todo aquel que se incline por hacer campaña política en favor de cualquier candidato que este aspirando a dirigir los destinos de un país, desde la presidencia de la República, en nuestro caso Dominicana, no debe hacerlo pensando en luego ir en busca de recompensas, prebendas personales, como es lo que siempre se estila.

Sí, en base a un juicio ponderado sobre los méritos que reúna aquel que se esté respaldando electoralmente para desempeñar tal función; como, de sentirse coparticipe luego, respecto de los logros que ése pueda alcanzar durante su gestión, en favor de todo el conglomerado social a que se pertenezca.

Los respaldos a políticos, cuál que sea la forma, condicionados a recibir, cuando se llegue al trono, reciprocidades de carácter individual, dejan mucho que decir de los ciudadanos que se espera sean leales a su nación; y, que se explayan diciendo, alegremente, estar preocupados por la misma.

De repente, muchos de ellos enseñan el refajo, como se dice popularmente, a la hora de la verdad; cuando la incondicionalidad en cuanto a sus acciones respaldantes en el pasado, es lo que debe de primar, para dar paso a quienes en realidad puedan aportar a la efectiva conducción de los asuntos estatales.

¡Difícil ver eso en Dominicana! Indudable que, “por eso estamos como estamos; por eso nunca progresamos”; y, la administración estatal entre nosotros siempre es objeto de cuestionamientos, por más alharacas demagógicas, como entretenedoras, que a diario se escuchen en el sentido de logros alcanzados.

Aquí, normalmente, todo aquel que aporta entre nosotros para que alguien llegue al poder, siempre va detrás de lo suyo, en lo adelante; cuando no es que, previamente condiciona a recibir, el apoyo solidario por el cual se incline; de lo contrario no lo hace.

Comúnmente, en esta República, muy pocos, “respaldantes”, y políticos respaldados, están pensando en eso de progreso y desarrollo nacional. ¡Ojalá que algún día no sea así!

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