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Opiniones

El “preguntón” obligado: ¿qué hacer con los corruptos en Dominicana?

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Por: Rolando Fernández

La verdad es que, cuando se repara con atención, preocupación, e imparcialidad sobre ciertas denuncias, y publicaciones que aparecen en la prensa local, como los comentarios y análisis que hacen determinados comunicadores nuestros, no corporativos, obviamente, respecto del accionar corrupto, y desaprensivo, sin duda alguna, que se ha dado con regularidad entre el grueso de los políticos dominicanos, que ha venido estando al mando de la cosa púbica aquí durante los últimos veinticinco años, la interrogante que de inmediato asalta es: ¿qué es lo que se va a hacer en este país para corregir, y castigar como se debe a los tantos indelicados de ese género, que se ha gastado esta tierra durante el periodo señalado?

Indudable es que, el amplio cúmulo de indelicadezas en que se ha venido incurriendo desde hace más de dos décadas en esta República, llamadas hoy así, por lo fuerte que resulta hablar de: corrupción estatal rampante, desfalcos al erario, robos, dolos, etc. presenta un “escenario” bien difícil, o tortuoso, para el efectivo combate de esos flagelos, ante tan grandes y enraizados males de ese tipo a nivel local.

Luce más que evidente el que, con un Poder Judicial, como ese que se tiene en el país, y que es la instancia principal para proceder en ese orden, el enfrentar tal problemática, como es aspirado por la población en general, no resulta una tarea fácil.

Y, como bien es sabido. eso se debe en gran parte, a la estructura como de ordinario se conforma, mayormente, ese tercer Poder del Estado nuestro, en el marco de un sistema de gobernanza, dizque democrático representativo, en el cual priman la politiquería, como los apañamientos y la impunidad que se procura.

Por lo que se puede observar entonces, no cabe duda de que es orquestado aquel, en procura de esos fines, en relación directa con quienes estarían sujetos a los procesos punitivos de ese orden, y que se destacan dentro de las clases gravitantes en el quehacer nacional, compuestas ésas por políticos, y “aláteres”, etc.; como, determinados personajes representativos dentro del poderoso sector empresarial nuestro, que apadrinan campañas electorales.

En virtud de lo expresado, no constituye entonces una osadía el opinar que, el gran flagelo de la corrupción en Dominicana, en sus diferentes vertientes, o facetas (robos directos al Estado; desfalcos solapados al fisco; malversación indiscriminada de fondos públicos, negocios personalizados con los bienes estatales etc.), se quedará primando por siempre, como “Marca País”, podría decirse, expresión que está muy en boga actualmente, con respecto a la nación dominicana, a menos que, se produzca un “sacudimiento” de significación, en términos de que se modifique profundamente el sistema de gobernanza que prevalece hoy en esta República.

Luego, toca a la sociedad dominicana en general, el promover y procurar con voluntad los cambios que en el ámbito político-gobernante requiere esta nación. ¡Para aguantar, está bueno ya!

Eso, obviamente, para evitar cuánto pueda seguir golpeando con vehemencia a sus integrantes, y que después no estén esos quejándose a granel, como es lo que hoy nada más se escucha; y, que, como respuesta, solo se reciba, aquello de que: “los pueblos tienen los gobiernos que se merecen”, como es sostenido en el ámbito sociológico, lo cual, no cabe duda se entiende, ¡es muy cierto!

Entonces, ¡a empoderarte pueblo, y luchar en contra de la corruptela política que viene agobiando desde hace tiempo! A quitarse la venda de una vez por siempre, antes de ir a sufragar en favor de determinados turpenes locales, a los fines de evitar que los robos al Estado (corrupción rampante), las mofas politiqueras, como las demagogias rutinarias de aquellos prosigan su curso normal.

Y, en adición, a exigir con voluntad sentida los apresamientos asociados que resulten pertinentes, respecto de los que han desfalcado el país; como, el despojo obligado a esos desaprensivos de los dineros del Estado que se han venido sustrayendo.

De más está decir que, ¡con cárcel nada más no es suficiente, para que luego salgan esos “magnates indelicados” a disfrutar, y pasearse por nuestras calles, o avenidas, tranquilamente, mostrando de forma burlesca a la población las bonanzas acumuladas durante sus quehaceres políticos!

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