Washington, DC.- AGENCIA DE LOS ESTADOS UNIDOS PARA EL DESARROLLO INTERNACIONAL ADMINISTRADORA SAMANTHA POWER: Hola a todos. Me alegra ver a viejos amigos.
Muchas gracias, Mike [Froman] y a todos los que estamos aquí en el Consejo [de Relaciones Exteriores]. Mike y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo. No le repetiré al expresidente [Barack] Obama la palabra tutor. No creo que eso le caiga bien. Creo que recibí tutoría.
Pero, debo decir que haber estado con Mike Froman en las trincheras de la campaña de Obama, durante los años de Obama, viendo todo lo que hizo para llevar a cabo la labor de Estados Unidos en el extranjero con tanta energía e impacto, es simplemente perfecto que hayas terminado aquí. Mientras tanto, pudimos trabajar juntos, realmente tratando de ampliar el acceso a la financiación en las comunidades de bajos ingresos. Utilizar al sector privado para hacer eso va a ser una misión fundamental, si se quiere acelerar el desarrollo económico en algunas de las formas que sabemos que necesitamos. Y, Mike, has sido un socio increíble, tanto dentro como fuera del gobierno, y estoy muy contento de reunirme contigo aquí hoy.
Quisiera comenzar reconociendo los acontecimientos trascendentales que han tenido lugar en Siria. El pueblo sirio, por supuesto, soportó más de 24 años de dictadura bajo el mando de Bashar al-Assad. Como todo el mundo sabe, Bashar al-Assad se mantuvo en el poder utilizando armas químicas, torturas y asesinatos, con el apoyo de Rusia, Irán y Hezbolá. Y hoy los sirios tienen la oportunidad, esperemos, de diseñar su propio futuro.
Estados Unidos es el principal donante humanitario a Siria y ahora estamos viendo cómo nos adaptamos a los nuevos desplazamientos, a los nuevos retornos de población a Siria y, por supuesto, a las increíbles necesidades que tiene un país que ha pasado por tanto en el curso de la guerra civil y que todavía se encuentra en tal estado de agitación, las necesidades que tienen las personas en esos países. Seguimos pidiendo a todas las partes que se abstengan de más violencia, especialmente contra los civiles, y que tomen medidas significativas para preservar las instituciones; esto va a ser de vital importancia.
Así pues, es posible que surjan acontecimientos importantes durante el período de preguntas, pero hoy quiero centrarme en la importancia de que Estados Unidos amplíe su conjunto de herramientas, muy concretamente en el ámbito de la política económica, y en el grado en que USAID está en primera línea para volverse más ágil y más receptiva en este mundo tan complejo en el que vivimos.
Cuando viajo por el mundo y me reúno con líderes extranjeros en los países con los que USAID tiene alianzas, escucho una y otra vez lo mismo. No importa a dónde vaya, no importa el continente, no importa la comunidad, el mensaje es el mismo: queremos comercio, no ayuda. Queremos hacer crecer nuestras economías. No queremos depender en modo alguno del apoyo extranjero. Y ese es también el objetivo de USAID: ayudar a nuestros socios a alcanzar, como dijo el presidente Kennedy en el momento de nuestra fundación, una “etapa de crecimiento autosostenido en la que no se requiera asistencia externa extraordinaria”.
Ahora bien, si somos honestos, los últimos años han sido difíciles para esa misión. En 2020, por primera vez en décadas, el número de personas que viven en extrema pobreza en todo el mundo aumentó, y en realidad todavía no ha vuelto a los niveles de 2019. Por supuesto, eso fue causado, en primer lugar, por la pandemia, y luego se ha visto agravado por crisis que van desde la histórica sequía en el Cuerno de África hasta la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Putin y las guerras en Oriente Medio. Se trata de crisis que han enredado las cadenas de suministro, han disparado los precios y han obligado a los gobiernos a asumir cada vez más deuda para poder responder. Pero culpar simplemente a esta era de crisis por la desaceleración es pasar por alto problemas estructurales más profundos que ya habían comenzado a frenar el progreso incluso antes de 2020.
Ahora bien, si los países quieren fortalecer sus fundamentos económicos y ganar independencia, ellos y nosotros, que somos sus socios, tenemos que hacer algo más que simplemente abordar las crisis de los últimos años. Realmente tenemos que cambiar nuestro enfoque por completo.
La sabiduría tradicional sostenía que la fórmula para lograr economías fuertes era sencilla: invertir en aspectos básicos como la educación, la atención sanitaria y la agricultura, y luego, con el tiempo, liberalizar los mercados se encargaría del resto. Por eso, durante las últimas décadas, USAID trató de financiar los elementos básicos para el crecimiento en los países en desarrollo, pero no se centró tanto en la creación de empleo y en cuestiones macroeconómicas.
Al comienzo de la administración Biden, de hecho, la programación básica de crecimiento económico en USAID representaba menos del cinco por ciento de nuestro presupuesto. Y diré que, cuando el presidente Biden me nominó para este trabajo y recibí mi primera sesión informativa y vi el desglose, fue realmente una de las cosas más sorprendentes que aprendí sobre la Agencia: el crecimiento económico, el trabajo básico de desarrollo económico, que yo había pensado que sería realmente el centro de lo que USAID hacía en todo el mundo, esa inversión se había reducido tanto, y tal vez podamos hablar un poco en la sesión de preguntas y respuestas sobre por qué es así; es una historia bastante interesante.
Pero hoy, si volvemos a mirar las señales de demanda que recibimos de nuestros socios y las necesidades que sabemos que han surgido, sabemos que el enfoque que hemos estado adoptando es insuficiente para construir economías fuertes y resilientes en una era en la que ha habido un cambio radical en la probabilidad de que se produzcan conmociones y en el impacto de esas conmociones, de nuevo desde pandemias hasta desastres naturales y conflictos, pero también a perturbaciones que sabemos que provienen de la IA.
En vista de todos estos shocks, necesitamos pensar de manera diferente. Nuestros socios necesitan apoyo para acceder al capital en términos justos y transparentes. Necesitan apoyo para crear buenos empleos con poblaciones de jóvenes que se incorporan al mercado cada año, y necesitan apoyo para conectarse a las cadenas de suministro, que son fundamentales para sus propias economías, pero también –como hemos llegado a destacar– para Estados Unidos.
Si Estados Unidos no ofrece este apoyo, sabemos que muchos países recurrirán a otras fuentes. A menudo, por supuesto, a la República Popular China, a menudo con consecuencias adversas, tanto para esas naciones a largo plazo como para Estados Unidos. Durante décadas, como es bien sabido, la República Popular China ha estado dispuesta a conceder préstamos, emitiendo 9 dólares de deuda por cada dólar de ayuda que ha proporcionado a los países de ingresos bajos y medios. Estos préstamos, repito, es bien sabido, a menudo se negocian a puerta cerrada, sin supervisión pública o parlamentaria. Como dijo un ex presidente del Banco de Exportación e Importación de China en un evento en el CSIS, «Tenemos un dicho: si el agua es demasiado clara, no se pesca nada». Como resultado, Aid Data, un laboratorio de datos de desarrollo, incubado por USAID que hace un trabajo increíble, descubrió que al menos el 35 por ciento de los proyectos de la Franja y la Ruta de la Seda de la República Popular China estaban vinculados con la corrupción, el daño ambiental o las violaciones laborales.
Tomemos como ejemplo a Ecuador, donde la República Popular de China construyó una enorme represa hidroeléctrica al pie de un volcán activo, pero 17.000 grietas en su estructura la obligaron a funcionar con una potencia limitada o a correr el riesgo de derrumbarse. Ahora, al mismo tiempo que la República Popular de China se ha convertido en el mayor acreedor del mundo, muchos de esos países han empezado a luchar con esa carga de deuda. En este momento, 3.300 millones de personas –es decir, cuatro de cada diez personas– viven en países que pagan más por el servicio de la deuda externa de lo que gastan en salud y educación –salud o educación, debería decir.
Cuando los pagos de la deuda impiden a los gobiernos financiar servicios básicos o responder a nuevos problemas, como estamos viendo, se crea no sólo inestabilidad económica, sino también a menudo política, protestas, disturbios y, a veces, violencia. Y esto es un círculo vicioso, por supuesto, porque todo esto ahuyenta la inversión del sector privado y la actividad económica, y en última instancia los ingresos fiscales que tanto necesitan los países, en particular cuando están agobiados por la deuda. Corren el riesgo de entrar en una espiral de desaceleración del crecimiento y aumento de la deuda. Y cuando esto sucede en muchos lugares a la vez, afecta incluso a las economías más grandes, incluida la nuestra, ya que las cadenas de suministro esenciales comienzan a deshilacharse, nuestros mercados de exportación comienzan a contraerse y las incertidumbres en los mercados financieros mundiales aumentan.
También se trata de una cuestión de seguridad nacional para Estados Unidos. La República Popular de China ha demostrado que está dispuesta a utilizar su influencia económica como herramienta para obligar a los países a aceptar sus exigencias. Por ejemplo, después de que el Ministro de Asuntos Exteriores de Guatemala visitara Taiwán a principios de este año, la República Popular de China bloqueó la importación de café y nueces de macadamia guatemaltecas.
En definitiva, tenemos que ofrecer una alternativa real al apoyo económico que brinda la República Popular de China. No se trata de pedir a los países que elijan un bando, sino de ofrecer más y mejores opciones para que su opción predeterminada no sea la que ofrece la República Popular de China. El gobierno de Estados Unidos ya cuenta con herramientas poderosas en este ámbito. La Corporación Financiera para el Desarrollo, que hoy celebra su quinto aniversario (yo estuve presente en esa celebración esta mañana), está utilizando instrumentos financieros innovadores para facilitar al sector privado la inversión en países de bajos ingresos y frágiles. Y USAID está muy, muy involucrada en que la Corporación Financiera para el Desarrollo se involucre cada vez más en los países y comunidades frágiles afectados por conflictos.
El Departamento del Tesoro está compartiendo, y lo ha hecho durante mucho tiempo, conocimientos técnicos para ayudar a los países a gestionar sus finanzas públicas. La Corporación Reto del Milenio está otorgando subvenciones importantes para construir infraestructura. Lo que USAID suma a este conjunto de herramientas es nuestra versatilidad, nuestra presencia global, que no tiene parangón: tenemos alrededor de 7.000 empleados de USAID en el extranjero en más de 100 países, y aproximadamente entre dos tercios y tres cuartos de los equipos de USAID en el extranjero están constituidos por nacionales de los países en los que trabajamos. Y esto es un gran superpoder para USAID: ex ministros, ingenieros, profesores, economistas. Realmente contamos con un personal local increíble que innova y lidera nuestro trabajo en el extranjero. También contamos con décadas de inversión en relaciones de confianza a las que se puede recurrir. Contamos con una amplia gama de herramientas internas, desde diagnósticos hasta asistencia técnica y financiación. Y aunque no siempre somos famosos por esto, cuando nos lo proponemos, podemos trabajar y movernos rápidamente. Hemos intentado que la agencia se adapte mejor a sus objetivos, para que pueda llegar más rápido al lugar de los hechos. Me gusta pensar en USAID como la navaja suiza del desarrollo.
Para aprovechar esas ventajas, nos hemos propuesto profundizar y ampliar el enfoque de USAID en el crecimiento económico, la creación de empleo y la necesidad de escapar de la deuda agobiante. Con un enorme agradecimiento al Congreso, al senador [Lindsey] Graham, al senador [Chris] Coons, al representante [Mario] Díaz-Balart, a la representante [Barbara] Lee, entre otros, que vieron lo importante que era, pusimos en marcha una nueva iniciativa de resiliencia económica, que está comenzando con la implementación de casi 100 millones de dólares a 99 millones de dólares en tres pilares fundamentales.
El primer pilar es el apoyo para ayudar a estabilizar las condiciones macroeconómicas, un requisito previo para el crecimiento sostenido. Esto significa ayudar a los países a gestionar sus deudas de manera sostenible y al mismo tiempo acceder al capital que necesitan. En Ecuador, por ejemplo, estamos brindando asistencia técnica mientras el gobierno solicita financiamiento concesional del FMI; menos de medio millón de dólares de inversión de USAID podría desbloquear hasta 1.300 millones de dólares en financiamiento en condiciones favorables por debajo del mercado, un salvavidas para un socio importante que actualmente está atravesando una doble crisis económica y de seguridad. También hemos puesto en marcha una nueva Oficina del Economista Jefe en USAID, que ahora está asesorando a nuestros socios en todo el mundo sobre el manejo de cuestiones macroeconómicas. Y hemos creado un nuevo rastreador interno de dificultades macroeconómicas para ayudar al personal de USAID a responder más rápidamente a las señales de alerta temprana de problemas macroeconómicos en todo el mundo.
Nuestro segundo pilar es apoyar los esfuerzos de nuestros socios para crear empleos y aumentar los salarios, sin los cuales los países corren el riesgo de sufrir inestabilidad y presiones migratorias intensas. Como todos ustedes saben, se prevé que durante la próxima década 800 millones más de jóvenes se incorporarán a la fuerza laboral en los países de ingresos bajos y medios, 800 millones más de jóvenes que los empleos que probablemente se crearán con las trayectorias actuales. Por lo tanto, debemos invertir en las personas para que tengan las habilidades que necesitan los empleadores, y al mismo tiempo brindarles oportunidades para hacer crecer sus negocios y crear nuevos empleos. En la República Dominicana, por ejemplo, estamos trabajando con el Cuerpo de Ingenieros del Ejército para ayudar a rehabilitar el Puerto de Manzanillo. Las mejoras en el puerto conectarán a las empresas dominicanas con los mercados de exportación y generarán una nueva demanda para sus productos. Y para asegurarnos de que los trabajadores estén listos para aprovechar esas nuevas oportunidades, también estamos ayudando a capacitarlos en industrias del futuro, como la fabricación de microchips.
Por último, nuestro último pilar es conectar a nuestros socios con cadenas de suministro críticas para bienes de gran demanda a lo largo del Corredor Transafricano de Lobito. Hemos ayudado al Gobierno de Angola a realizar inversiones transparentes y rentables en infraestructura de transporte, lo que facilitará la exportación de minerales críticos de la región. Y estamos trabajando con países vecinos como la República Democrática del Congo para atraer inversiones responsables al sector minero para que también puedan aprovechar estas nuevas conexiones. A través de esta iniciativa de resiliencia económica, hemos podido ampliar y, en algunos casos, iniciar programas completamente nuevos en 11 países, entre ellos Angola, como mencioné, la República Democrática del Congo y Ecuador, pero también en Ghana, Kenia, Malawi, las Maldivas, Nepal, Filipinas, Sri Lanka y Zambia.
A finales de este mes, publicaremos nuestra nueva Política de Comercio y Crecimiento Económico, que cristaliza años de esfuerzo y aprendizaje en nuestras misiones para responder mejor al aumento de la deuda, la desaceleración del crecimiento y la inversión y las interrupciones de la cadena de suministro, al tiempo que detalla las herramientas que priorizaremos cuando trabajemos con nuestros socios para apoyar el crecimiento inclusivo: concentraremos nuestros recursos, ya que son limitados, en donde tengan el mayor potencial para impulsar un cambio sistemático. También estamos estableciendo nuevas herramientas para responder a la coerción económica.
Si lo que he descrito hasta ahora es la agenda afirmativa, también es importante ayudar a nuestros socios a hacer frente a lo que se les viene encima. Esta coerción económica busca cada vez más explotar las mismas vulnerabilidades que desearíamos reducir. Creo que el CFR acaba de publicar un excelente informe sobre este tema. Si bien la respuesta exacta, por supuesto, dependerá del contexto del país, podría incluir denunciar el comportamiento coercitivo para presionar a los malos actores a que le pongan fin. Podría incluir ayudar a los socios a cumplir los requisitos para exportar a mercados alternativos.
Como todos ustedes saben, me estoy preparando para dejar este trabajo, pero creo que existe una necesidad urgente de que el gobierno de los Estados Unidos haga mucho más en estas áreas. Cuando hablamos de contrarrestar la influencia de la República Popular de China y brindar opciones reales a los países de ingresos bajos y medios, esto es lo que se ve cuando hablamos de crear estabilidad y seguridad para las empresas y los trabajadores estadounidenses. Esto es lo que se ve.
Hoy, la economía estadounidense ha demostrado ser mucho más resiliente que la mayoría, pero nuestra seguridad económica, a lo largo del tiempo, está interrelacionada con la de nuestros socios. Por eso, mientras Estados Unidos busca coaliciones para prevalecer en una era de competencia estratégica y de interdependencia, será fundamental responder a las necesidades de nuestros socios, respondiendo cuando nos digan que necesitan apoyo para construir su propia resiliencia, soberanía y autosuficiencia.
Muchas gracias y espero con ansias la conversación. Gracias.