Perspectiva
La «fuga» de periodistas en República Dominicana
Publicada
Hace 3 años/ El
POR INDHIRA SUERO ACOSTA /
La brecha salarial, la falta de seguridad social y las extensas jornadas de trabajo constituyen tres de los numerosos factores por los que los periodistas de República Dominicana deciden dejar la carrera o moverse a otros sectores como el Estado o las Relaciones Públicas.
Así lo refleja un editorial, publicado en noviembre de 2020, en el periódico elCaribe: “Solo de elCaribe se han ido ya al gobierno no menos de ocho redactores y/o colaboradores. Tal circunstancia no es única, pero callamos. Y siguen las ofertas. Con la situación de los medios en este tiempo de pandemia, se trata de una nueva forma de golpear a la industria periodística pretendidamente independiente. Se trata de una competencia desigual, desestabilizadora”.
Según una publicación llamada Análisis del desarrollo mediático en República Dominicana —elaborado en 2017 por un equipo de periodistas junto con el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) — los factores antes mencionados, junto al trabajo peligroso sin la protección debida y multiempleo, afectan la calidad de vida y el ejercicio del periodismo en esa nación del Caribe.
Para el momento de esa investigación, el salario promedio de un periodista dominicano rondaba los 572 dólares mensuales. Un sueldo que, según un sondeo de 2013 en 14 países de la región, representaba el 53% del promedio salarial de los periodistas de América Latina y del Caribe (unos 1.080 dólares al mes).
En la actualidad, los sueldos siguen desiguales, iniciando en 212 dólares en el sector privado y alcanzando, en algunas ocasiones, los 900 dólares. Mientras que en el Estado los sueldos rondan de 600 a 1.780 dólares.
Los periodistas llevan una carga muy pesada cuando se toma como referencia el costo de la canasta nacional, que ronda los 656 dólares. Esto indica que un profesional de la comunicación necesita más de dos salarios mínimos para sostener a su familia.
Según el estudio realizado por la Unesco, el 53% de quienes ejercen periodismo en República Dominicana tienen dos o más empleos.
[Lee más: Lecciones sobre la cobertura electoral en República Dominicana y Haití]
Decepción y cansancio, ingredientes para el desastre
En una entrevista, el director de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, Félix Almonte, manifestaba su desencanto con el sueldo paupérrimo de los periodistas en el país.
“No es justo que un periodista dure como mínimo cuatro o cinco años formándose en una universidad para que luego, una vez egresado, gane un sueldo de obrero”, lamentó Almonte.
Una de las periodistas entrevistadas para este reportaje trabaja en una institución del gobierno y tiene su propio negocio de fotografía. “Me va mejor que cuando estaba en los medios, aunque me da menos visibilidad. Es más rentable que la propia carrera y me duele porque es una realidad que muchos periodistas quieren tapar”, dijo la persona, que quiso permanecer anónima.
Para ella, existe una gran diferencia entre las condiciones laborales del sector privado y las del público. Por ejemplo, en las instituciones del gobierno hay bonos por desempeño, para útiles escolares, por el Día de las Madres y por Navidad, junto a cooperativas y seguro de salud con una mejor cobertura.
Otra profesional, que también trabaja para el Estado y tampoco quiso identificarse, considera que el tema de la salud es otro factor crucial al moverse a otro lado. “Si tienes alguna enfermedad muy grave, o de alto costo, tus familiares tienen que endeudarse o salir a pedir ayuda en los medios de comunicación. Nos dan un seguro básico, que no cubre gran cosa”.
Una vez enfermos, los periodistas acuden a la prensa para que publique sus pedidos de ayuda. Los casos son numerosos. Por ejemplo, en 2013, tras ser diagnosticado con cáncer en la lengua, el periodista Rafael Ramírez pidió ayuda de las autoridades y colegas para costear su tratamiento. En 2014, los familiares del periodista Teuddy Sánchez solicitaron la ayuda estatal y de la población, para comprarle un marcapasos. También en 2018, el periodista graduado, no vidente y enfermo Obispo Encarnación De Oleo pidió para saldar una deuda de unos 879 dólares por concepto de un crédito educativo. Mientras que, en marzo de 2021, y luego de varias publicaciones, el Ministerio de Salud Pública prometió su ayuda a Juan Modesto Rodríguez, aquejado de artritis reumatoide y con más de 40 años de ejercicio.
Para Orlando Jerez, quien trabaja en el área de comunicación gubernamental a través del Colegio Dominicano de Periodistas, se ha luchado para que algunos profesionales reciban su pensión a través del Estado, pero se necesita que se creen políticas y programas donde el periodista tenga acceso a mejor salud, educación y actualización.
Jerez considera que ahora hay más pluralidad y por eso la gente se diversifica hacia áreas más rentables y de mayor crecimiento profesional y personal. “Uno trabajando en el medio se siente como obrero de factoría. [Igual] pasa con el resto del personal que tampoco se siente valorado, ni bien remunerado”, dice.
[Lee más: El Mitin está cambiando la cobertura política en El Caribe]
Mucho trabajo, para pocas manos
Diana Mazara, servidora pública, considera que hay una carga mayor de trabajo. Por ejemplo —con la evolución de la comunicación digital— los periodistas, aparte de cubrir la fuente que le sea asignada, deben transmitir en vivo para el medio, enviar informaciones preliminares para las redes sociales, hacer videos y, en ocasiones, hasta tomar fotografías. Todo esto mientras siguen pendientes de la información o hacen preguntas relevantes que le servirán para su contenido periodístico.
“Duré poco trabajando en medios, porque no me veía en una sala de redacción por 10 o más años y ganando el mismo salario. Aparte de que es una profesión mal remunerada, las horas de trabajo son agotadoras y extensas”, detalló Mazara.
La multiplicidad de funciones, unida a la falta de herramientas básicas para hacer su trabajo, también fue uno de los factores que motivó a que la comunicadora Katheryn Luna saliera del medio donde trabajaba. Asumió un cargo en el gobierno, pero tuvo que dejarlo debido al cambio de administración tras el triunfo del presidente Luis Abinader. En la actualidad, trabaja para un periódico digital.
“Al ser un nativo digital puedo hacer trabajos más rápidos y actualizados, tener informaciones más recientes y acabadas. El salario es mucho mejor”, explica.
Naiomis Tejada, directora de comunicación en una empresa de relaciones públicas, ve como una amenaza que cada día más periodistas se muevan al Estado, ya que desde el sector público conocen el manejo de los medios y pueden ofrecer favores o regalos a sus ex compañeros a cambio de que protejan a funcionarios u obvien ciertos temas. “Si me volvieran a preguntar si estudiaría periodismo de nuevo me lo pensaría dos veces. Uno se desencanta por las cosas que se ven en los medios”, dice Tejada.
Otros profesionales como María Santana consideran que los medios de comunicación deben dar más oportunidades de capacitación para mejorar las condiciones laborales.
La perspectiva de las nuevas generaciones, en especial aquellas que están a pocos cursos de terminar la carrera, es lo que más preocupa a Santana. “Veo desesperanza. Creen que se necesita cierta influencia dentro de los medios para entrar o que van a ir a cansarse, sin obtener beneficios”.