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Opiniones

¡Qué injusticia!, “cuartos” de nuevo para los partidos políticos

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Autor: Rolando Fernández

La verdad es que, en este país sobran las razones para cualquiera sentirse inconforme con el sistema de gobierno que aquí se tiene, colmado de privilegios sectoriales, por una parte; como, de derroches de cuantiosos recursos económicos por la otra, solo para costear las actividades que de ordinario emprenden los grupos hegemónicos de poder, empresariales, como políticos; y, para facilitar las  compras conciencias de los ciudadanos, de cara a los procesos electorales que son celebrados cada cuatrienio.

Con las crisis de géneros diversos que vienen acogotando a esta nación, principalmente la de orden económico; con un Estado teniendo que recurrir a mayores endeudamientos con el exterior cada vez, para cubrir déficits presupuestarios anuales; y, en adición, poder así solventar las obligaciones más perentorias que se tengan, hay decisiones oficiales, ¡qué son para pensarse mejor!

Esos, son factores de un lado; y, por otro, está uno, no menos ponderable, por supuesto, que es el relativo a las implicaciones de corte económico derivadas, al Estado tener que enfrentar en el presente los estragos lacerantes en la población, provocados por el flagelo COVID-19, que según se dice, viene haciendo mellas de consideración en el seno de esta sociedad.

Se trata el mayúsculo problema aludido, de una crisis sanitaria de extremo cuidado estatal, frente a una escasa capacidad física hospitalaria, bien notoria, por cierto, e insuficiente personal médico apto, para asistir con la oportunidad debida a los infectados.

Una sosegada reflexión, sobre las situaciones connotadas, no cabe duda, que se exponen más arriba, permite afirmar, con poco riesgo probable de errar, ¡qué cosas increíbles se verifican entre nosotros!

En ese tenor, verbigracia tenemos, la resolución 05-21 del Pleno de la Junta Central Electoral (JCE), adoptada últimamente, mediante la cual se aprueba la entrega a los partidos políticos del ruedo local, agrupaciones, y movimientos autorizados, de una friolera equivalente a RD$1,260,400,000.00, durante el año 2021, como contribución económica del Estado, para sufragar sus actividades, y demás, se entiende. (Véase: periódico “Diario Libre”, del 23-4-21, pág. 8).

Es obvio que, cuando se repara con atención en el contenido de la precitada resolución, al tiempo de pensarse en cómo andan los dominicanos en la actualidad, económicamente hablando, a cualquiera le gana e “vomitar”; y, no es que sea ningún alimento ingerido, sino la ira lacerante que acarrea algo así; la impotencia que se siente al no poder evitarlo; como, la amargura severa que asalta, por el no despertar de este pueblo, tal ha debido ocurrir ya.

Esa es una decisión que se puede considerar como burlona; una actitud muy depreciable asumida de las autoridades competentes, aun se esté procediendo al amparo de la normativa legal correspondiente, que no es un secreto para nadie, siempre se ha puesto en tela juicio, por la razón principal en que se sustenta.

Es obvio que, no todo siempre se debe hacer. En estos precisos momentos, tan precarios, y calamitosos para esta República, una decisión de ese tipo se puede considerar como una melodía, qué no suena agradable; y que, por tanto, debió haberse pensado mejor, antes de “componer” con ese ritmo la misma.

La gente sensata entre nosotros, no la agradece. Por el contrario, tiene que ser objeto aquella de fuertes críticas, y hasta provocar “enconos” en esa, dadas la circunstancias económicas y sanitarias por las que atraviesa el país en la actualidad.

Qué es lo que hacen los negocios llamados partidos políticos con todos esos cuartos que graciosamente reciben; con recursos que ni siquiera están sujetos a la fiscalización exhaustiva que resultaría pertinente.  Esa es la gran pregunta que tantos aquí se plantean

Es evidente que, son dineros cuyos destinos principales son:  cubrir gastos administrativos de esas empresas; llevar a cabo los proselitismos de estilo; y, contribuir a que algunos de sus más altos representantes aumenten sus haberes, entre otras cosas. ¡Diablo!, con tantas necesidades insatisfechas que tiene esta población, cuartos en exceso para dilapidar los partidos políticos.

Sin embargo, esos recursos económicos, que salen de las mismas contribuciones impositivas con que se grava abusivamente a la población, se presupuestan oficialmente, a los fines de entregarlos después a los políticos para sus actividades y francachelas. Y, quienes en su gran mayoría los aportan, son los que menos reciben las reciprocidades debidas. ¡Gran injusticia, verdad!

Cuánta vergüenza y enfado da, cuando uno se entera de los grandes deterioros que se verifican a nivel del sistema público de salud en Dominicana, siendo ese la ventanilla asistencial imprescindible para la población más necesitada nuestra, mientras los partidos, agrupaciones y movimientos políticos aquí, reciben el gran “bojote” de cuartos, para malgastar, y hacer ricos a los seudo líderes que allí se cobijan.

Muchos de los centros, u hospitales abiertos dentro del sistema público de salud nuestro, se están cayendo a pedazos. Tampoco disponen de los equipos tecnológicos de apoyo necesarios; y, menos, de los inventarios requeridos de medicamentos para suministrar a los pacientes demandantes. ¡Qué contraste!, en el marco de lo abordado aquí.

Una muestra más que fehaciente del desamparo que, en términos de asistencia médica, bajo el sistema público de salud entre los dominicanos, son las aglomeraciones de personas desesperadas que se ven, y los lamentos por desatención que se escuchan con frecuencia en las salas de espera habilitadas en los espacios de que se trata, dentro del área de referencia.

Además, llaman poderosamente la atención tas publicaciones que con regularidad aparecen en la prensa local, a través de las cuales se piden donaciones para cubrir determinados procedimientos médicos, en personas con padecimientos graves de salud, que no pueden costearlos donde van los ricos de la nación.

Tienen aquellos que recurrir, necesariamente, al connotado comercio de la medicina privada en el país; y, por obligación, salir a pedir recursos económicos, para poder satisfacer las gulas de cuartos que prevalecen dentro de ese sector, en el cual, como bien se sabe, ya no hay pacientes; pues, se consideran clientes los que acuden a demandar servicios de salud entre los envalentonados galenos disponibles.

Tampoco, se sienten como médicos abnegados hoy, los “embatados” – gente que se limita a hacer negocios con el principal activo de las personas -; sí tales, como empresarios a la clara de la salud humana. ¡Qué esa se pierda, no importa!

En tanto, “fiesta y serrucho” para los amos de los partidos políticos, agrupaciones y movimientos nacionales del ramo, con todos los cuartos que reciben del Estado nuestro. ¡Hasta cuándo será, mamacita!

 

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