Por Rey Arturo Taveras /
En los tiempos de Joaquín Balaguer, cuando la oscuridad se tragaba los barrios y el pueblo hervía de impotencia, los apagones se atribuían a “las chichiguas” enredadas en las redes eléctricas.
Décadas después, un director de Edenorte tuvo la ocurrencia de culpar a “las culebras que trepaban los postes”, como si fueran las verdaderas dueñas del tendido eléctrico nacional. En la actualidad, el presidente Luis Abinader, culpa al sargazo del Caribe y otros factores, ante la ineficiencia del servicio eléctrico.
El cuento cambia, pero los apagones siguen, generados por un fantasma que se pasea con nombre distinto en cada gobierno.
Hay un refrán que dice: “en río revuelto, ganancia de pescadores”, es en ese contexto que los apagones actuales parecen ser el anzuelo lanzado en mar revuelto para entregar el botín de las EDE’S, en bandeja de plata al sector privado.
Las declaraciones y estudios vertidos como noticias a los medios de comunicación no son casualidades, sino estrategias como parte de un plan para provocar la desesperación del pueblo hasta que acepte, como quien bebe un remedio amargo, la privatización de las EDE’S, como se había acordado en el Pacto Eléctrico del 2021.
En ese pacto quedó escrita, con tinta y promesa presidencial, la ruta hacia un servicio supuestamente eficiente, pero sabiendo que “el que dirige la orquesta debe tocar la música de quien paga la fiesta del triunfo “ : Los empresarios.
La contradicción de la razón de los apagones y la intención de la entrega del sistema eléctrico al sector privado se desnuda sola.
El presidente Abinader habla de eficiencia, pero atribuye la crisis a “la alta demanda de electricidad, a la entrada tardía de nuevos megas y hasta al sargazo que llega con las olas a las playas caribeñas.
En tanto que Celso Marranzini, voz del Consejo Unificado de las Empresas Distribuidoras, confiesa que los apagones se deben a la salida de servicio de varias plantas que se apagaron, al mismo tiempo, dejando al país con un déficit superior a 600 megavatios.
Para colmo, el propio Marranzini destapa un fraude colosal de facturas alteradas a más de 42 mil clientes de EDESTE. Como dice el refrán, “cuando el río suena, agua lleva”.
Para justificar la necesidad de privatizar las distribuidoras de electricidad, El CREES, con sus números que no mienten pero tampoco consuelan, pinta un cuadro alarmante al decir que las EDE’S pierden el 41.7% de la energía comprada, lo que califica como una carga para el Estado.
En otras palabras, casi la mitad de la inversión estatal se esfuma entre ineficiencia, fraude y un sistema que parece diseñado para chupar dinero del pueblo.
Indica la entidad que “para mantener vivas a estas empresas zombis, el gobierno ha inyectado más de 42 mil millones de pesos del bolsillo del contribuyente.”
Lo cierto es que la crisis eléctrica parece ser una chispa creada para iluminar la consciencia ciudadana y que acepté la oscuridad como el argumento que justifica el traspaso del sistema eléctrico al sector privado.
Entonces, se procura presentar la administración privada o fideicomiso como la única salida de administración con eficiencia y sin corrupción a instituciones públicas que nunca fueron bien administradas y así poner fin a los odiosos apagones, aunque las chichiguas sigan volando, las culebras trepando a los postes del tendido eléctrico y el mar llene de sargazos las playas del país.
Pero, como advierte el viejo refrán, “no todo lo que brilla es oro” y quizás, tras el telón de esta comedia eléctrica, lo que se cocina no sea la solución de los apagones, sino la privatización de la esperanza del sufrido pueblo dominicano.